La Testa Ponderada

Existen recuerdos que son eternos en nuestra memoria; no sé cuántos años tendría, recuerdo que me cargaba mi abuelito y mi abuelita estaba con nosotros, había mucha gente alrededor, un palco enfrente y un hombre que hablaba y al que la gente aplaudía. ¡Viva el APRA! ¡Viva EL APRA!, oía gritar por todas partes. No tengo claro si eso fue antes o después que ese señor al que los congregados aplaudían fuera elegido presidente, lo único de lo que podría estar seguro es que, al menos en ese momento, mucha gente lo admiraba. Lo que paso en años posteriores es historia harto conocida. Yo seguía siendo apenas un niño que no alcanzaba los 9 años pero recuerdo aquellas épocas; recuerdo por ejemplo las colas que hacía con mi abuelito para comprar kerosene, recuerdo que no había pan para el desayuno y que mi tía, la hermana de mi mamá, tenía que prepararlo con algo de harina que mi abuelo le traía del puerto, también recuerdo perfectamente que para comprar un caramelo en la tienda tenía que lleva