La Testa Ponderada

He leído algunos artículos sobre cómo afecta psicológicamente la corrupción a las personas, sobre todo al ciudadano común, que es al final de cuentas el más indefenso ante sus efectos. Se habla en estos artículos de la forma en que perciben los ciudadanos esta tara, arraigada en sociedades como la nuestra y cuyas perniciosas consecuencias además de afectar los beneficios naturales de una sociedad en equilibrio (infraestructura adecuada, instituciones de control justas, eficiencia estatal, etc.), afectan también la salud mental del individuo que vive inmerso en estas sociedades corruptas, pues lo obliga a vivir en un ambiente de inseguridad en el que se sabe vulnerable y proclive a que recaiga sobre él algún mal o injusticia. Pero el tema es mucho más grave aún. Según indican psicólogos y expertos en comportamiento social, la continua exposición a un ambiente corrupto genera anomia, que no es otra cosa que un estado o conducta desviada de las personas, que les impide seguir las nor