Mollendo es una ciudad pequeña de aproximadamente diecisiete mil habitantes, con un solo hospital,sin camas UCI por supuesto; hospital que ya antes de todo esto era un desastre, al que asisten también de otras ciudades y pueblos de la provincia porque es lo"mejor"que hay. Hoy todos los días muere gente, un amigo, conocido, pariente, no siempre en el hospital, muchos sabemos que acá el hospital no garantiza nada y se hace a veces un mayor riesgo; otros no mueren en Mollendo, salen de acá intentando salvar sus vidas en otro lado, pero¿a dónde ir? Ayer una radio local organizó la distribución pública de dosis de ivermectina para prevención, la gente se aglomera, la policía interviene, informa que eso no previene que se arriesgan y se exponen al contagio por aglomeración, la gente grita, se desespera. Una buena intención, pero desinformada e imprudente. Así como Mollendo el Perú está repleto de infiernos grandes, al menos el nuestro tiene un hospital cerca, otros infiernos ni es
No fue esta vez el odio del hombre, ni su afán de autodestrucción; no fueron esta vez los ruidos, las detonaciones, las bombas, los tambores de guerra, los que despertaron en la humanidad sus más profundos temores. Es un enemigo silencioso, de esos que no se escuchan pero que sientes en el aire, pequeño, pequeñísimo, tan ínfimo que solo puedes verlo a través de un microscopio, el que tiene hoy a todo un planeta en vilo, esa minúscula partícula biológica proveniente de ese reino animal que menospreciamos tanto, ya desbarató todos los engaños de un sistema de vida endeble e hipócrita. Un virus, que como un rey en su trono empezó a erigirse dominador del mundo con su corona bien puesta, monarca absolutista y despiadado, más que cualquier otro que haya conocido nuestra menoscabada humanidad. Su estrategia de guerra es sencilla pero efectiva, no podría dominar al mundo atacando a los mas fuertes, haría que ellos mismos mataran a los más débiles, se inmiscuyó en su vida social, para que el